Emosido engañado

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Jul y Gan están preocupados por la situación del Sevilla Fútbol Club. Vaya sorpresa, dirán los lectores, así estamos todos los que amamos este escudo, podrán pensar, y no les faltará razón.

El viernes por la noche, la preocupación se palpaba en el ambiente de nuestra Bombonera de Nervión. Pocos recintos deportivos tan transparentes y que hagan uno el estado de ánimo de los futbolistas y de sus seguidores. Nada tan contagioso, en lo bueno y en lo malo. Cuando el Sánchez-Pizjuán toca a rebato, no confundir con nuestro cantante favorito, la furia se contagia y es difícil que el contrario la resista. Pero cuando la angustia, la preocupación sobrevuelan el estadio, esa sensación de dèjá vu que se fue apoderando de todos nosotros conforme avanzaba el partido del Sevilla Fútbol Club frente al Real Valladolid, es la impotencia la que acaba imponiéndose tanto abajo en el terreno de juego como arriba en las gradas.

Quienes presenciamos el partido en directo tuvimos la sensación de que la temporada pasada aún no había terminado, que la cuesta abajo se prolongaba aún más y que faltaban fuerzas físicas y mentales en todos, arriba y abajo, para revertir la situación. La lesión de Tecatito Corona no hizo sino aportar pruebas irrefutables de que la campaña anterior aún no había finalizado, para desesperación de quienes amamos o vivimos del Sevilla Fútbol Club y sus seguidores.

Durante el pasado verano, Monchi nos había vendido una nueva revolución, un cambio radical, para el que nos pedía paciencia porque el resultado final iba a ser muy bonito. Es cierto que aún falta más de una semana para cerrar la plantilla del Sevilla Fútbol Club, como también lo es que solo hemos sumado un punto de seis posibles contra dos rivales a los que habría que haber ganado si se tienen aspiraciones de, al menos, repetir la decepcionante campaña anterior, no tanto por su resultado final como sucedieron los hechos.

Cómo no sentirnos intranquilos al constatar el viernes nuevamente la falta de calidad rematadora de nuestros delanteros, la elevada edad media de nuestro centro del campo, su falta de músculo y la ausencia de un recambio de garantías para un Fernando Reges que no va a poder resistir solo una temporada tan larga, con unas competiciones tan duras como la Champions, en la que necesitaríamos dar el do de pecho, aunque solo fuera por motivos económicos, y en la que todos nos tememos que vamos a ser el caramelito deseado en la fase de grupos.

Cada día que pasa, crece el sentimiento entre la afición de que Emosido engañado, como rezan camisetas y grafitis. Que, de forma consciente o inconsciente el León de San Fernando se ha prestado a usar su prestigio, ganado a pulso ante los sevillistas durante gloriosas campañas, para calmar las aguas, turbulentas y, sobre todo, muy, muy turbias, que bajaban y bajan desde las zonas nobles del estadio. Y esto, como de aquí a diez días se constate, puede ser muy grave, porque significaría demoler buena parte de lo edificado durante el siglo XXI.

Porque, de alguna forma, esa vuelta a la mediocridad ochentera es la que estamos percibiendo cuando solo llevamos dos jornadas de liga. Un Sevilla Fútbol Club que apenas es capaz de comportarse como tal durante un tercio del encuentro y que demuestra una falta de presencia, de poderío y, sobre todo, una fragilidad anímica ante la adversidad, que provoca también un tremendo desconcierto en la grada, impotente ante ese bombeo de balones al área, muestra irrefutable de la falta de confianza de los futbolistas en el sistema de juego.

Y es que el equipo se volatiliza ante la mínima adversidad, por ejemplo, un gol en contra de uno de los candidatos al descenso y que dio muestras de su escasa calidad a lo largo de todo el encuentro. El equipo, además, no parece estar en contra de Lopetegui, pero ni Lopetegui encuentra soluciones a sus males, por esa terquedad indomable que muestra ante sus convicciones, ni los jugadores parecen confiar ya en lo que venga del banquillo. La confianza, la unidad de acción ha desaparecido. Y eso se nota, se percibe de forma cristalina en el papel del otrora alma del equipo y entrenador en el terreno de juego, Joan Jordán, un fantasma que vaga por el terreno de juego y que aún no se ha recuperado del golpe recibido en la cabeza en el Villamarín.

Si revertir cualquier situación es algo complicado por la inercia con que acontecen los hechos, hacerlo con alguien tan tozudo como el entrenador actual será milagroso. Y bien que nos duele en casa decir esto, porque Jul y Gan han defendido con uñas y dientes, han discutido y se han peleado por el entrenador vasco del Sevilla Fútbol Club; lo han defendido por WhatsApp, por Twitter y en la red social más importante que existe, la barra de un bar. Pero en junio pudo haberse ido por la puerta grande y ahora va a ser el chivo expiatorio ideal de quienes nos están ocultando lo que en realidad sucede y su mal hacer en los despachos.

Ojalá todo dé un vuelco en lo que queda de agosto. Ojalá se demuestre que el malestar que sentimos una buena parte de los sevillistas sea en realidad mera histeria. Pero lo que ha sucedido en este inicio de temporada no parece que sea la lógica falta de acoplamiento de los nuevos proyectos. Este proyecto es viejo, demasiado viejo. Y no parece que el entrenador sea capaz de darle un giro ni que la dirección deportiva lo sea de cambiar de política. Y en lo que respecta a la planta noble, qué decir si parece que de fútbol saben aún menos que nosotros. Ojalá, en definitiva, que en una semana podamos meternos la lengua en el culo y tragarnos nuestras palabras. Nada desearíamos más, por muy mal que sepa eso. Ya habrá tiempo de lavársela.

1 COMENTARIO

  1. Yo creía iluso de mi que la peor afición de Europa era la valencianista, os la dais de sevillismo en vena y sois una auténtica *** de sevillistas, todo esto me recuerda y mucho lo que los *** del Sevilla como tú le hicisteis al pobre Jiménez, voy a recordarte que entonces como ahora hasta que no lo echaron no parasteis, y voy a recordar aquí cuántos años nos costó volver a jugar Champion, no os preocupéis si lo van a echar haga lo que haga, a ver qué entrenador o equipo tiene la casta y los **** que demostró mi Sevilla en toda Europa. Ya te lo digo yo NINGUNO, sois **** que os tirais del barco a la mínima. *** TODOS

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